La alimentación es la relación más directa que tenemos la humanidad con la naturaleza. 

Desde la aparición de las civilizaciones el alimento ha modelado los territorios próximos a las ciudades para abastecer a su población. 

En la actualidad esa relación está en un claro desequilibrio en favor de un sistema alimentario globalizado que nos ha expuesto a grandes retos sociales y ambientales todavía por resolver. 

De manera especial, el mundo rural de cualquier parte del planeta está sufriendo las consecuencias de la inadecuada gestión que se está realizando al respecto.

Es por ello que la alimentación se vuelve esencial en la creación de la nueva ruralidad.

Si deseamos regenerar territorios rurales es vital hacerlo con una estrategia donde la alimentación funcione como motor de activación y diversificación, máxime cuando el rural es sinónimo de alimento.