Teletrabajo rural: ¿Cómo impulsarlo y promoverlo de forma regenerativa?
- juan
- 8 dic 2023
- 5 Min. de lectura
“Vete hij@ que aquí no hay nada”, han sido unas palabras que, de forma sistemática, nuestros mayores han repetido a generaciones más tardías que nacieron en el rural.
En parte no les faltaba razón, ya que el ritmo imparable que impusieron primero la industrialización y más tarde la tecnificación, provocó un crecimiento vertiginoso de las ciudades demandando mano de obra y generando oportunidades con más recorrido y mejor remuneradas de lo que ofrecía el medio rural en aquel entonces.
Como resultado, vivimos el movimiento migratorio más grande que la humanidad jamás haya presenciado, con millones de familias en todo el mundo mudándose de áreas rurales a urbanas.
Si hay un país en Europa donde más salvaje ha sido este trasvase de personas, ése es España, experimentando actualmente el mayor desequilibrio demográfico del continente.

Por un lado, ciudades como Madrid y Barcelona exhiben los niveles más altos de densidad poblacional del continente, lo que aumenta el estrés, los problemas de salud mental y los desafíos en la gestión de residuos.
Por otro lado, tenemos el mayor volumen de tierras despobladas del continente, con casi la mitad de nuestros pueblos en riesgo de desaparecer. A medida que los pueblos desaparecen, también se pierde nuestra cultura, patrimonio y ecosistemas.
Mientras la narrativa de éxito y las mejores oportunidades y condiciones de vida sigan centradas en las ciudades, este trasvase seguirá acentuándose, acelerando las consecuencias negativas que todos conocemos a nivel de cambio climático, bienestar y polarización social.
Pero, ¿ha cambiado algo desde que nuestros abuelos abandonaron el campo?
Por primera vez en la historia, el trabajo ya no determina necesariamente dónde se vive. El teletrabajo permite a muchas personas realizar su actividad laboral desde un lugar diferente al de la oficina o sede de su organización. Una persona puede estar trabajando desde las playas de Cádiz, los campos de Castilla o el Pirineo Aragonés para una organización con sede en Madrid. Todo depende de la libertad que otorgue la empresa.
Casualmente, esto es lo que me tocó vivir durante 6 años de mi vida. Mi empresa con sede en San Francisco, EE.UU., me daba libertad absoluta para teletrabajar, y la aproveché generosamente para extender las vacaciones con la familia en Bilbao, vivir en lugares soñados como Ghana o Perú, y viajar como mochilero teletrabajando por regiones como el Caribe o el sudeste Asiático.

Ese período de mi vida fue verdaderamente estimulante, dándome la oportunidad de surfear tendencias globales como el teletrabajo, la digitalización y la búsqueda del bienestar, y ayudándome a ver oportunidades donde otras personas veían solo problemas.
Con esa mentalidad y coincidiendo con la partida de nuestra última abuelita, regresé a España. Nuestra abuelita Ángeles se nos marchaba después de 102 primaveras y un chocolate con churros con las amigas, y decidimos enterrarla en el pueblo de mi abuelo, Luesia, provincia de Zaragoza. Para nuestra sorpresa, fuimos recibidos con abrazos de los vecinos locales que apenas conocíamos. Nos acompañaron en el funeral, el entierro y nos acogieron en sus hogares para probar sus embutidos. El pueblo transformó nuestra tristeza en agradecimiento.
Aquel día me di cuenta de una cosa: las mayores lecciones de humanidad las he tenido en áreas rurales, y vivir de forma alineada a mis valores es éxito para mí.
Este sentimiento, sumado a ver la belleza y diversidad de nuestro territorio que veía con ojos frescos después de tanto tiempo fuera, me llevó a darme cuenta del inexplorado potencial que nuestro rural puede ofrecer para estancias de teletrabajo, tanto de forma vacacional (para personas que quieren prolongar sus vacaciones desde su pueblo o quieren un respiro de la ciudad) como de forma permanente (para familias que buscan lugares más sanos y naturales para vivir).
Convencido de la oportunidad que ofrece el teletrabajo rural como herramienta de atracción de nueva actividad económica y nuevos habitantes (temporales o permanentes), empecé a conocer mejor las diferentes realidades rurales, teletrabajando con mi pareja desde diferentes puntos de la geografía peninsular.
Si bien los entornos naturales y culturales eran diferentes en cada lugar, pronto nos dimos cuenta de que los retos eran compartidos, y que había una serie de variables que se debían garantizar para que el teletrabajo se pudiera realizar de forma exitosa desde pequeños pueblos, como la calidad del internet, la disponibilidad de vivienda o el espacio dedicado al teletrabajo.
Fruto de esa investigación, e inspirados en la conocida “Pirámide de Maslow”, acuñamos nuestra “Pirámide del teletrabajador rural”, una metodología que ayuda a diagnosticar qué tan preparados están municipios y regiones para acoger el teletrabajo.

Ejemplo de un diagnóstico de un pueblo de Las Cinco Villas, Zaragoza, con ADEFO.
¿Cómo funciona esta pirámide?
En ella se formula una jerarquía de las necesidades de las personas teletrabajadoras, y conforme se satisfacen las necesidades más básicas (parte de abajo), las personas desarrollan necesidades y deseos más elevados, y se desplazan hacia la zona de arriba.
En definitiva, esta pirámide es una guía que ayuda a evaluar qué tan preparada está una localidad o región para personas teletrabajadoras.
Es importante mencionar que existen muchos tipos diferentes de personas teletrabajadoras, desde nómadas digitales que se mueven cada semana de lugar, hasta habitantes del pueblo que quieren pasar temporadas más largas en la casa de sus abuelos o familias teletrabajadoras que quieren mudarse con sus hijos al campo.
Si se desea realizar un diagnóstico preciso, es necesario adoptar la perspectiva del perfil de la persona teletrabajadora que se pretende estudiar y atraer.
A pesar de los numerosos beneficios que el teletrabajo puede aportar a una localidad (en términos económicos, sociales, laborales, repoblacionales, entre otros), es crucial señalar que no siempre se materializan, pudiendo incluso surgir efectos perjudiciales o desafiantes, como la gentrificación o retos en la cohesión social.
Por tanto, nuestra recomendación es iniciar siempre con la visión futura que se tiene para el pueblo, evaluando si el teletrabajo puede contribuir a ese propósito y determinar el modelo y perfil de personas que se busca atraer.
En esta etapa final, es esencial gestionar cuidadosamente las expectativas tanto de las personas teletrabajadoras como de la comunidad local. Se deben establecer acciones y mecanismos que favorezcan la integración y convivencia entre quienes teletrabajan, ya sean locales o extranjeros, y la comunidad local.

Teletrabajadoras en un taller de cestería liderado por mujeres locales.
Para maximizar el grado de éxito, recomendamos llevar a cabo este proceso de la mano de entidades y personas especializadas en teletrabajo rural. De esta manera, se diseñarán e implementarán estrategias y planes de acción eficaces y alineados con la visión local del territorio.
Desde nuestra asociación Rooral.co llevamos 4 años acompañando a áreas despobladas a explorar el potencial que el teletrabajo ofrece en su territorio, ayudándoles a encontrar el modelo que más hace sentido y a implementarlo. Gracias al trabajo que hacemos mano a mano con los pueblos, vecinos y organizaciones locales, personas de más de 20 nacionalidades diferentes consideran que ahora tienen un pueblo en nuestro país.
Otras organizaciones que os recomendamos que sigáis son Anceu y Sende, ambos colivings y coworkings rurales de referencia que ponen foco en la convivencia con las comunidades locales, ADEFO Cinco Villas, ADL que está lanzando una estrategia comarcal de teletrabajo, Pueblos Remotos, empresa centrada en el teletrabajo rural y Cowocyl, La Red de espacios de coworking rurales de Castilla y León.

Grupo de teleltrabajadoras en Benarrabá, Málaga.
En nuestra próxima Nanoformación, titulada "Teletrabajo rural: ¿Cómo impulsarlo y promoverlo de forma regenerativa?", profundizaremos en estas cuestiones y en la metodología mencionada anteriormente. Esta píldora formativa estará dirigida especialmente a municipios, organizaciones y personas interesadas en conocer y explorar el teletrabajo rural como medio para activar sus territorios de manera sostenible.
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