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LA ESPERANZA DE UN NUEVO PORVENIR VIENE DE LA ALDEA

Cuando reúnes a personas que viven con pasión y tienen experiencia en intereses y acciones comunes, siempre sucede la magia. El primer encuentro de Talento Rural en España tenía claro el objetivo, cocrear una Comunidad de Talento Rural para desencadenar el cambio sistémico tan necesario. Ha sido este pasado fin de semana cuando nos reunimos con personas llegadas de todas las comunidades autónomas, tan sólo nos faltó Cantabria. El lugar de acogida, la comarca de Arribes del Duero en Aldeadávila. Personas interesadas en aportar su talento para que sus aldeas, pueblos y comarcas no sufran el desarrollo depredador que destruye cualquier tipo de habitabilidad posible del territorio rural. He estado en varios encuentros con intenciones similares a este, pero me gustaría destacar dos aspectos que considero se han hecho sabiamente de forma diferente: Generosidad para accionar la solidaridad: he asistido en los últimos diez años a varios intentos de crear comunidades con intereses comunes , pero el diferencial de esta ocasión ha sido la generosidad y solidaridad del equipo convocante. Generalmente se pretende formalizar comunidades con una visión hegemónica de las dos o tres personas que quieren que su visión sea aceptada y seguida por el grupo que aspiran a liderar, lo cual es pragmáticamente más ágil en términos productivistas pero quizás menos significativo y perdurable en el tiempo. El mayor desafío está en saber elegir a todas para que nos sintamos atraídas por eso en común y equilibrar nuestros intereses para trazar un camino conjunto por recorrer. Y eso fue lo que acertadamente decidieron ofrecer el equipo de Ruralcitizen, recuperar o realizar la forma de hacer de aldea, dónde había obras colectivas en las que el interés y el aporte común coordinado debían primar sobre el interés individual de algunos de los vecinos.


Acción estratégica y coordinada para el cambio sistémico: además de aplaudir la invitación a cocrear comunidad de forma colectiva, también me gustaría resaltar la importancia de que se hiciera con un enfoque sistémico. Con el paso de los años, he llegado a comprender que quienes pretenden resolver problemas que perduran en el tiempo y cambian las realidades para siempre, lo hacen actuando sobre las causas. Ese viaje a los orígenes del problema es imprescindible y cuando se hace con una representatividad de todo el territorio español se puede reconocer más ampliamente cuáles de estas causas son comunes y por tanto necesarias atender en su conexión. Todo está conectado y la vida rural tiene mucho en común, independientemente de la latitud. Debemos buscar lo que nos une, lo que nos conecta, ya sea problema o solución, y mirar cómo actuar de forma estratégica y coordinada para que las generaciones futuras puedan elegir dónde quieren vivir sabiendo que encontrarán oportunidades igualmente interesantes para ellas tanto en el ámbito rural como en el urbano, debemos de cambiar esa narrativa supremacista de la ciudad sobre las aldeas y los pueblos, dónde puede ser que las oportunidades sean más integrales y sostenibles.


Me gustaría despedirme agradeciendo a todas los que compartimos este fin de semana donde juntas cantamos una melodía que suena a esperanza para un nuevo porvenir y futuro posible para la vida rural.


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