En un mundo cada vez más globalizado y en el que la ciudad es la gran protagonista, es fundamental utilizar la innovación como herramienta de desarrollo en los entornos rurales. Aunque es cierto que en los últimos años se oye hablar cada vez más de proyectos que ponen en valor lo rural, aún nos queda mucho camino por recorrer. ¡Y en Rural Citizen tenemos claro que queremos hacerlo de forma colaborativa, desde la inteligencia colectiva y con el talento de nuestra comunidad!
Por eso, el pasado jueves 8 de junio, durante la jornada de Networking de RC PRO, realizamos un pequeño taller en el que los citizens tuvieron la oportunidad de “catar” un pequeño aperitivo de lo que es un proceso de innovación aplicado a retos rurales.
De los resultados, se pueden entrever tres aspectos principales que obstaculizan el desarrollo de nuestros territorios:
La falta de oferta en la educación.
La falta de cohesión social
La mala adaptación de los servicios públicos en el territorio rural.
Si al taller hubieran asistido otras personas… ¿Los resultados hubieran sido distintos? Seguramente sí, o no. ¡Quién sabe!. Lo cierto es que si pensamos un poco en los temas que se pusieron encima de la mesa, nos daremos cuenta de que, hablando de la adaptación de servicios, infraestructuras o incluso leyes al territorio rural, llama mucho la atención la propuesta de implementar las leyes de aislamiento ciudadano durante la crisis del COVID 19 en territorios como Soria (7,6 hab*Km2), Teruel (8,2 hab*Km2) o Cuenca (9,8 hab*Km2).
Y te preguntarás:
¿para qué sirve detectar estos retos? ¿Qué papel juega la innovación en todo esto?
Pues varias cosas destacables:
La primera y casi más importante: para construir relatos comunes que nos ayuden a comprender cómo está montado este sistema y cómo funciona. Como dice mi amiga y socia de SANNAS Edith Claros Ugalde “para que el sistema se transforme, tiene que verse a sí mismo”.
Lo segundo: para detectar comprensiones reveladoras o Insights, que generen oportunidades que, posteriormente, se transformen en ideas de negocio, políticas públicas, etcétera.
Y por último y no menos importante: para generar confianza entre las personas que han participado. Es decir, para ‘crear comunidad’. Quizá como comunidad no seamos capaces de abordar los grandes retos sistémicos a los que se enfrenta el mundo rural, pero este tipo de encuentros hacen de pegamento para las relaciones de networking que sí necesitamos para que la Nueva Ruralidad sea una realidad en todos nuestros territorios.
Ahora, el siguiente punto en el desarrollo de la innovación es:
¿Qué hacer con la información recopilada? ¿Cuáles serían los próximos pasos?
Los procesos de innovación nos indican que es el momento de salir a la calle a validar nuestras “hipótesis”. Una fase que me encanta porque la idea es hacer entrevistas a distintas personas que nos arrojen luz sobre nuestros objetos de investigación.
¿Y después?
Volveríamos a nuestro laboratorio de innovación a redefinir nuestra propuesta. Fase que, en innovación, se llama Iterar.
A partir de aquí, se construiría un modelo de negocio, una plataforma, asociación, propuesta ciudadana o lo que aporte más valor para la sociedad. Evidentemente, alineado con nuestros valores como equipo y el propósito de nuestra iniciativa.
Y ahora que ya llegamos al final de este artículo, queremos saber si nos has leído, si te ha despertado curiosidad, interés, motivación, o mejor aún: ¡ganas de poner en acción un proceso de innovación en tu territorio!
Por eso, me gustaría preguntarte: ¿Qué quieres hacer tú? ¿Te gustaría seguir aprendiendo sobre innovación? ¿Te interesaría aplicar un proceso de innovación a ese proyecto rural que tienes entre manos o que ya tiene un recorrido pero quizás necesite ‘darle un giro’?
Si te has quedado con ganas de saber más sobre la innovación social, te invito a ver la Masterclass que tuvimos recientemente en Rural Citizen, en la que vimos cómo la innovación nos ayuda a regenerar el tejido social para abordar los desafíos complejos, como los retos rurales a los que se enfrentan nuestros territorios.